Ir al contenido principal

1

[Anteriormente en Perdidos]

Érase una vez cuando corríamos, salvajes, por estas calles. Vagábamos por las esquinas, dejando pasar el tiempo que quedaba hasta que nuestras manos se volvían a juntar. O quizá lo hacía sólo yo, contando los segundos que faltaban hasta que nos encontrábamos otra vez. Cada vez que me encontraba contigo me matabas para darme la vida justo después.

Respiraba como si cada bocanada de aire fuera a ser la última. En cierto modo, lo era. Los días se escapaban entre los dedos mientras la luz de Lisboa se comenzaba a poner tras el puente del 25 de Abril. Intentaba sentir, pero estaba demasiado ocupado. Intentaba escribir, pero no sabía qué. Era una angustia; era la angustia de algo fugaz y efímero: saber que, un día, ni tú ni yo íbamos a estar aquí, juntos.

Entre Lisboa y tú me hacíais perder la cabeza. Nunca, nada ni nadie me había hecho sentirme así. Nunca, hasta que llegué una noche calurosa de julio. Allí estaba, esperando, linda y encantadora. Lisboa, digo. Contigo me encontré poco después en el mismo metro.

Los siguientes meses son un vívido recuerdo que omitiré por cuestiones legales. Sólo puedo hablar de un viaje en coche, mientras conducía mirando el retrovisor cada diez segundos, por primera vez, porque te veía por el espejo. 

Como Alicia, pasar a través de ese espejo fue el detonante de una aventura. Y como buen impaciente no quería perder ni un sólo minuto para ver lo que pasaba después. Fue una locura; salir de casa y no llevar las llaves, porque demasiado ocupado pensando si estabas pensando en mi como yo pensaba en ti.

Encerrado en el mundo, hice lo que cualquier persona habría hecho: me fui a la playa. Mirando las olas, estaba totalmente perdido y frustrado. Dejé que me llevara la corriente; entonces te fuiste, como quien no quiere la cosa.

Casi sin darme cuenta me fui yo también. Me subí en un tren sin mirar atrás, porque nunca quise que fuera una despedida, sólo un hasta luego. Y aquí estoy, Lisboa y yo. Faltas tú.

Ah, y a quién le interese. Mi corazón está enterrado en el Jardím da Estrela, debajo de los columpios.

Comentarios