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La caida


Caos. Lo que no puedes ver, dentro de mi cabeza, se está moviendo de un sitio a otro. Está cundiendo el pánico de lo lindo.

"Admiro tu coraje. No es fácil decir ese tipo de cosas"

Desde luego que no. Ojalá pudieras ver lo que está pasando. Y como no puedes, voy a tener el coraje una vez más de contártelo. Desde el punto final de tu frase, voy a caer en apenas una décima de segundo. No te importa nada de lo que te diga, pero sepas no es la primera vez; quizá por eso puedo hacer esta anatomía de un instante.

En ese momento, no soy capaz de encontrar un único sentimiento positivo. Están todos escondidos, atemorizados, mientras los sentimientos negativos toman el control de la situación. La cordura hae todo lo que puede, pero ya está atada de manos y piés. Ahora todo lo malo está comenzando a salir. Todos esos pensamientos que tengo archivados en cajas que nunca quiero abrir. Empiezo a caer, a cámara lenta, arrastrado por esos plomos. Veo el suelo más y mas cerca. Alarmas y luces rojas comienzan a aparecer, anticipándose a lo que va a llegar. Al final, escuchas el golpe del cuerpo chocando contra la realidad. Y de repente, todo está negro.

Siento que me duele el estómago. Las mariposas que han volado durante algunos meses ahí ahora han caido muertas, pesadas, en el fondo de mi barriga. Siempre he creido que con el paso de los años me acostumbraría a esa sensación, pero ahora sólo creo que va a más.

Siento que me duele todo el cuerpo. Las piernas, los brazos, la espalda, el torso... Siento que no dejo de estrellarme con un muro de hormigón reforzado. Cada vez que lo vuelvo a intentar, cada vez que recupero un poco la ilusión, cada vez que intento no pensar demasiado... ¡Bang! Vuelvo a despertarme. Que no pase nada sólo hace que me frustre más. Y la frustración cansa: es como correr una maratón sin moverte del sitio. Me gustaría hacer algo creativo con toda esa frustración que tengo acumulada. De momento, sólo consigo transformarla en desesperación. Desesperación que huele a kilómetros de distancia.

Siento que me duele la cabeza. Intento no pensar demasiado, pero soy una macedonia de sensaciones ahora mismo. Cuando quiero ordenar un poco el desastre salen 20 sentimientos y ninguno positivo. Ignorado, incomprendido, inseguro, abandonado, confuso... Pero hay una palabra que se repite como eco: rechazado. Intento hacer como que no lo he oido, pero al final hace mella.

Siento que me duele el corazón. Él lo cuenta mejor de lo que yo lo hago:
Abierto
Se oye
el aullido 
del aire pasar
entre los nuevos agujeros
y las viejas cicatrices
Quema,
escuece,
duele.
 Una vida.
Siento que el suelo donde estoy tendido ha comenzado a romperse. Siento que caigo otra vez. Y por primera vez, ya no hago nada por impedirlo. Caigo. Caigo. Caigo...

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