Ir al contenido principal

14

Historias de fantasmas


¿Os acodáis cuando érais pequeños y teníais pesadillas? Levantarse en mitad de la noche, aterrorizados, jadeando y casi llorando, después de un momento de lo que parecían ser horas de un sueño horrible donde pasaba algo malo. Cosas que no podías olvidar fácilmente, y que te requerían el consuelo de alguien que te dijera: "estoy aquí y voy a cuidar que ese sueño no pase".

Mis pesadillas ya no son con monstruos asesinos enviados del futuro para secuestrarme, familiares que fallecen o apocalipsis (¿esta palabra tiene plural?). Mis pesadillas son con fantasmas de mi pasado, personas que están grabadas en mi, y que vuelven para recordarme lo que no soy.

El sueño se repite de vez en cuando, no siempre con los mismos personajes y escenarios, pero la estructura es la misma. Todo comienza genial: digamos que he viajado en el tiempo y he conseguido que la chica por la que yo me interesaba, meses o años antes, se interese por mi. Así que, sí, habéis pasado por ahí todas.

Después de una cita estupenda, tú y yo nos besamos. El cerebro ya ha empezado a jugar conmigo: crea algo que sabe que quería hacer y nunca pude. Pero, eh, bien todavía, porque no me estoy dando cuenta de ese juego. Estoy disfrutando el momento como nunca (ocurrió).

Justo después, ésta escena, que ya me partirá el corazón cuando me levante la mañana siguiente, que es tan bonita de ver y sentir, se tuerce. Por hacer un resumen, me dan a probar la miel para luego rechazarme otra vez.

En la última versión de esta pesadilla, te había llevado, a tí con quien siempre quise algo y nunca pasó nada, a un rascacielos. Entonces, varios guardias de seguirdad nos pillan; entiendo que nos debíamos haber colado. Interpreto que a mi me detienen (o algo por el estilo), y al día siguiente quedo contigo, pero es una iglesia oscura, como si fuera una película de espias. Allí llega una amiga tuya que, sin dar explicaciones, me dice que no quieres verme nunca más.

Aquí es cuando ya no puedo más y me despierto. Mi corazón late a mil por hora, me duele; estoy tenso, inquieto y nervioso; mi cabeza no deja de dar vueltas y estoy muy muy angustiado. Entonces, miro alrededor y veo donde estoy. Sólo en mi cama, aterrorizado, nadie me dice "estoy aquí y voy a cuidar que ese sueño no pase", nadie me da el consuelo que necesito.

Comentarios